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Hubo un día en que un grupo de analfabetos inventaron el al fabeto y con ese alfabeto se escribieron las obras de Shakespea re, el Quijote y la más sublime consecuencia del pensamiento humano. Pero ese alfabeto nos convirtió en maestros, en seres alfabetos, y ser alfabetos es ser maestros de la nada, la más dificil de las materias; tan dificil es, que definirla resulta casi imposi ble. Los matemáticos pretendieron hacerlo e inventaron el cero, pero ese cero se nutre de lo contrario a la nada, que es el algo. El algo es algo como lo es este libro. Si usted lo tiene entre sus manos déjelo, no lo lea porque Mario, su autor, ciertamente oportunista, se aprovecha de ser un gran escritor para pensar como piensan pocos y hablar como hablan muchos e intenta con ello, cautelosa y sibilinamente, hacernos creer que entrega algo, cuando en verdad es muy poco... o nada lo que nos da. Lo cual de por sí constituye un exceso, muy dificil de tolerar. O no. Dalmiro Sáenz,
Hubo un día en que un grupo de analfabetos inventaron el al fabeto y con ese alfabeto se escribieron las obras de Shakespea re, el Quijote y la más sublime consecuencia del pensamiento humano. Pero ese alfabeto nos convirtió en maestros, en seres alfabetos, y ser alfabetos es ser maestros de la nada, la más dificil de las materias; tan dificil es, que definirla resulta casi imposi ble. Los matemáticos pretendieron hacerlo e inventaron el cero, pero ese cero se nutre de lo contrario a la nada, que es el algo. El algo es algo como lo es este libro. Si usted lo tiene entre sus manos déjelo, no lo lea porque Mario, su autor, ciertamente oportunista, se aprovecha de ser un gran escritor para pensar como piensan pocos y hablar como hablan muchos e intenta con ello, cautelosa y sibilinamente, hacernos creer que entrega algo, cuando en verdad es muy poco... o nada lo que nos da. Lo cual de por sí constituye un exceso, muy dificil de tolerar. O no. Dalmiro Sáenz,